Paisaje de Mallorca / Paisaje de las Baleares

Rusiñol, Santiago

Año: 1902
Técnica: Óleo sobre tela
Dimensiones: 100,6 x 135,5 cm
Dimensiones con marco/base: 130,5 x 167,5 cm
Nº inv.: 85
Ingreso: Compra, 1910


En 1910 Santiago Rusiñol viajó a Argentina en calidad de director artístico de la compañía teatral de Enrique Borrás y para sumarse, paralelamente, a la Exposición del Centenario, en representación del Círculo Artístico de Barcelona. Con un lote de pinturas realizadas mayormente en Mallorca, Granada y Aranjuez, durante su estadía en el país (que se extendió por medio año), realizó otras exhibiciones en la capital porteña, Rosario, Tucumán y Córdoba. En esta última ciudad, con una escena artística muy incipiente, Rusiñol era una figura atractiva para algunos artistas locales, sobre todo, para el pintor y también crítico ocasional, Octavio Pinto. De hecho, la exposición presentada en Córdoba, en el Salón Fasce, fue cronicada con gran interés por este artista. Por esos años, se había activado un proyecto oficial para conformar una sección de bellas artes dentro del Museo Provincial, y la exposición de Rusiñol ofrecía la oportunidad de una adquisición relevante que no se dejó pasar. Quizás favorecida también por el director de la Academia (Emilio Caraffa, muy apegado, por su propia formación a la pintura española y abiertamente inclinado a que se adquirieran obras de esa procedencia), la compra se concretó rápidamente. Paisaje de Mallorca se convirtió así en una de las primeras piezas en sumarse al núcleo inicial de lo que es hoy la colección Museo Caraffa.
La obra (también conocida como El Castell a l’ hora baixa y Paisaje de las Baleares) fue pintada por Santiago Rusiñol en Pollensa, como parte de una serie de trabajos previos a la realización del plafón del Gran Hotel de Palma de Mallorca, que le fuera encomendado al artista hacia 1902.*
El motivo de la pintura, bastante despojado, es una vista área de un peñasco muy imponente que se recorta sobre un horizonte marino. Esta relativa simplicidad pone de relieve el tratamiento increíblemente delicado del color y la atmósfera que el artista logra construir, ofreciendo un notable ejemplo de las búsquedas luministas de Rusiñol, asociadas a la geografía de las Baleares. Puede reconocerse en ella una concepción del paisaje, atravesada por cierta idea de evasión (muy recurrente en el amplio espectro del Modernismo) que se vuelve muy evidente en ciertas afirmaciones del propio Rusiñol, vertidas en 1890 al diario La Vanguardia: «Miramos y vimos el sol pálido detrás de una cortina de niebla… y los colores que suben del suelo y otros que bajan de las nubes para abrazarse en el espacio y morirse con el día. Esta es la hora sublime […] Esta es la hora en que muere la línea y solo impera el color. Mi sueño dorado sería vivir siempre en esta hora de agonía y pintar en un globo donde estuviera lejos, muy lejos de la tierra».

* Estos datos puntuales fueron proporcionados por la investigadora española Isabel Coll.

Rusiñol, Santiago
Russo, Raúl