Dávila, Miguel
(Chilecito, La Rioja, 1926 – Buenos Aires, 2009)
Comenzó sus estudios en 1948 con Enrique Policastro. Posteriormente asistió al Instituto Superior de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, donde tuvo como profesores a los artistas Lino E. Spilimbergo y Pompeyo Audivert (1949-1953). En 1953 se radicó en Buenos Aires, donde tomó contacto con los artistas Leopoldo Presas, Santiago Cogorno y Raúl Russo. Al año siguiente expuso individualmente en la Galería Viau.
Regresó a La Rioja en 1958, donde fundó el Museo Municipal de Bellas Artes, en el cual se desempeñó como director por dos años. También intervino en la creación del Instituto del Profesorado de Artes Plásticas de aquella ciudad.
En 1961 regresó a Buenos Aires y obtuvo la beca del Fondo Nacional de las Artes para continuar con su formación artística en Europa. Se instaló en París, donde compartió su taller con los artistas Ernesto Deira, Rómulo Macció, Felipe Noé, Jorge De la Vega. Recorrió también Italia y España. Fue invitado a exponer en París, en la Muestra de Arte Latinoamericano realizada en el Museo de Arte Moderno y en la Galería Creuze junto a treinta pintores argentinos de la nueva generación. A su regreso al país expuso en la galería El Pórtico (1962). En 1964 comenzó a desarrollar la docencia en forma privada.
Su producción está compuesta tanto por pinturas y grabados como por objetos. Es posible reconocer en su obra distintos períodos. Sus primeros trabajos se caracterizan por su sencillez compositiva, una paleta sobria y algunos rasgos cercanos al expresionismo. Posteriormente realiza algunos experimentos con la serigrafía, la publicidad y el teatro de títeres. Ya en los años ’60 su lenguaje se volcó hacia la abstracción, aunque dentro de lo límites planteados por la neofiguración. No obstante la inscripción de la obra de Dávila en el neofiguracionismo, ésta mantiene un carácter singular. Al promediar la década, las evocaciones de La Rioja, teñidas de misticismo, ocupan su producción. Hacia fines de los ’60 las imágenes son cada vez más producto de la reflexión acerca del hombre y la sociedad contemporáneos.
Realizó algunas experiencias en corto y mediometraje, así como también algunos murales.
Su obra ha sido distinguida en diversas oportunidades, entre las que se destacan: Premio «Banco de la Provincia de Córdoba», Salón de Artes Plásticas de Córdoba (1959); Premio Adquisición, III Salón IKA, Córdoba (1960); Mención – Pintura (1961), Primer Premio (1978), Gran premio de Honor – Pintura, (1980), en el Salón Nacional de Bellas Artes; Premio Palanza, (1975).