Antonio Pedone. Un artista moderno, un museo moderno
26 de octubre 2022 – 4 de junio 2023
La figura de Antonio Pedone resulta clave para comprender una serie de acontecimientos y procesos que modelaron la escena artística cordobesa de la primera mitad del siglo XX. La centralidad de la academia provincial como espacio de formación, los viajes de artistas a Europa posibilitados por un mecanismo de becas oficiales, la relevancia concedida a los salones realizados en Buenos Aires y otras ciudades como espacios de visibilidad y consagración, los vínculos estrechados entre artistas e intelectuales a partir de esa movilidad, la alimentación de un incipiente mercado, las variables políticas públicas en relación a la cultura, son algunas de las marcas que se ven reflejadas en la propia trayectoria individual de Pedone. Recorrer algunos de sus momentos nos permite, así, comprender los elementos que se conjugaron para que en 1930, al crearse el cargo de director del Museo Provincial de Bellas Artes (hoy Museo Caraffa), su nombre surgiera como opción casi ineludible. En su rol como director (que se prolongó hasta 1946), Pedone se propuso perfilar una institución artística moderna, lo que implicaba acrecentar su colección en determinadas líneas, tanto como activarla en términos de público. Puso entonces en marcha un programa que intentó articular en fina sintonía ideas y acciones en un contexto no siempre favorable. Sus logros, así como las dificultades que enfrentó como director (indisociables en muchos sentidos de los que atravesó como artista) pueden seguirse a través del conjunto de obras y documentos que reúne esta exposición, ofreciéndonos la posibilidad de dimensionar su tarea y proyectar, incluso, algunas preguntas sobre el espacio contemporáneo.
Artistas incluidos en la exposición: Manuela María (Mela) Alles Monasterio – Aquiles Badi – Alfredo Bigatti – Raúl Bongiorno – Horacio Butler – Rodolfo V.Castagna – Gustavo Cochet – Víctor Delhez – Enrique Fernández Chelo – Octavio Fioravanti – Tsuguharu Foujita – Lorenzo Gigli – Ramón Gómez Cornet – Alfredo Guido – Primitivo Icardi – Horacio Juárez – Mauricio Lasansky – Oscar Meyer – María Catalina Otero Lamas – Onofrio Pacenza – Antonio Pedone – María Carmen Portela Cantilo de Araoz Alfaro – Ernesto Riccio – Deodoro Roca – Sergio Sergi – Lino Enea Spilimbergo – Juan Bautista Tapia – Aída Vaisman – Héctor Valazza – Roberto Viola – Luis Waysmann
Fecha de la exposición: 26/10/2022 – 04/06/2023
Salas: 2
Curaduría: Área Colección – Museo Caraffa (Colaboración en investigación y desarrollo de la exposición: Proyecto SECyT-UNC «Morfología e historia. Hacia una historia cultural del arte moderno en Córdoba. 1916-1966»)
A. Pedone en Florencia, Italia, 1926
El paso por la Academia Provincial de Bellas Artes no estuvo exento de obstáculos para el joven Antonio Pedone (Calatafimi, Italia, 1899 – Córdoba, 1973). Desanimado en un principio por su director, Emilio Caraffa, logra sin embargo sostener su decisión y completar sus estudios en 1918. Las enseñanzas que recibe allí lo orientan, en un sentido amplio, hacia el rumbo señalado por el impresionismo. Su curiosidad lo va llevando hacia el divisionismo italiano, cuyas fórmulas intenta adaptar en sus primeras obras. Favorecido por una beca oficial que le permite viajar a Europa y permanecer allí entre 1923 y 1926 (mayormente en Italia), su contacto con las nuevas vías de la figuración marcadas por el llamado «regreso al orden» (Novecento y otros movimientos afines), va movilizando un redireccionamiento de su obra.
Catálogo de la exposición de A. Pedone
presentada en Amigos del Arte, 1927
En 1926 Pedone está de regreso en Córdoba. Los vínculos que ha logrado tejer lo reposicionan en la escena local, apareciendo su figura asociada a ciertas publicaciones o proyectos cuya apuesta común es la difusión de las nuevas ideas en el arte y la cultura (así ocurre con Clarín, Revista Oral y La Brasa). Paralelamente, su producción avanza en el sentido de una moderada experimentación; al tema del paisaje (más difundido hasta entonces) se agregan las naturalezas muertas, en las que la indagación en el lenguaje parece imponerse por sobre la fidelidad con lo real. También hay mutaciones en sus paisajes: en los años treinta el foco se traslada hacia lo urbano (anticipando desarrollos posteriores de la pintura local) y su ejecución registra igualmente nuevas claves (formato, paleta, pincelada, composición).
A. Pedone. Paisaje. 1945 (Col. MEC)
Si desde el inicio de su producción el paisaje rural o serrano se presenta como un tópico recurrente, no es menos notable que las soluciones que ensaya Pedone con ese leit motiv a lo largo del tiempo varían considerablemente. Esto nos lleva a preguntarnos cómo efectúa el balance entre su virtual interés en el tema respecto de la posibilidad que, casi como excusa, éste le ofrece para desplegar un ejercicio pictórico determinado. En otro sentido, no debería perderse de vista que esta presencia sostenida no implica una elección única, ya que de hecho explora, en diferentes momentos, otros temas: naturaleza muerta, animales, escenas con figuras. Sus envíos al Salón Nacional de Bellas Artes dan cuenta de estas opciones cambiantes y sugieren la consideración de otros aspectos como posibles condicionantes de las decisiones del artista: valoraciones críticas, posibilidades de exhibición, apetencia de coleccionistas, aspiración a ciertos reconocimientos, necesidad de armonizar la producción y el desempeño institucional.
A. Pedone, ca. 1930
Pedone asume en 1930 la dirección de un espacio que, por su ubicación geográfica y su debilidad institucional, resulta desconocido para la mayoría de los habitantes de la ciudad. Inaugurado en 1914 como «Salas de Pintura», puesto en 1922 bajo la órbita de la Academia, queda reducido a un lugar insignificante en la estructura estatal. De hecho, es la creación del cargo de director la que viene a corroborar su entidad como «Museo Provincial de Bellas Artes». Los desafíos para Pedone son inmensos y para atenderlos traza un plan cuyos núcleos prioritarios se orientan a acrecentar la colección (sin volver al «museo depósito», estableciendo criterios y prioridades), atraer al público (diversificando la oferta de actividades) y ampliar el edificio (objetivo no logrado y, finalmente, condicionante de los anteriores). A lo largo del período, la materialidad del museo se resume en una sala tabicada para exposiciones, un subsuelo que sirve de depósito, tres empleados (director, conservador y ordenanza) y presupuestos magros (o inexistentes).
Salón de Bellas Artes, Museo Provincial, 1933
Bajo la dirección de Pedone, los salones realizados en el museo (tres en total, organizados por la Comisión Provincial de Bellas Artes) y las Exposiciones Rodantes (iniciativa de itinerancia artística por zonas serranas promovida por el sabattinismo) resultan marcos ineludibles para las adquisiciones de obras. Mientras los primeros posibilitan el acceso a un repertorio artístico de alcance nacional, las segundas habilitan el ingreso de las producciones de artistas cordobeses de varias generaciones. Ambas iniciativas oficiales (aunque de distinto signo político) involucran la participación activa del museo, apuntando a imprimir dinamismo al ambiente artístico, ya sea impulsando nuevos circuitos de exhibición, incentivando un incipiente mercado del arte o procurando una ampliación de los públicos. El registro que de estas acciones elabora la prensa, a veces entusiasta, a veces tomando nota de lo insuficiente de los esfuerzos, contribuye, en cualquier caso, a elaborar ciertas imágenes sobre el rol del museo.
A. Badi. Saltimbanquis en Orta. 1928 (Col. MEC, donac. del artista, 1931)
Aún cuando Pedone hable de «eclecticismo» en relación a lo que debería coleccionar y exhibir el museo, las incorporaciones que concreta indican que su afinidad con ciertas líneas estéticas tiene un peso considerable sobre ellas. No es difícil identificar en muchas de esas obras la gravitación de movimientos europeos de entreguerras que han recodificado la tradición figurativa impactando con fuerza en numerosos artistas argentinos, incluido el propio Pedone. Además de esto, las limitaciones que representa el no disponer de un presupuesto para adquisiciones hacen de sus vínculos personales con ciertos artistas (L. Spilimbergo, H. Butler, A. Bigatti, entre otros) y con figuras de la élite local (como Jaime Roca) un capital fundamental que le permite, a través del mecanismo de donaciones, sumar piezas relevantes en esas nuevas sintonías de lo moderno. Existe, asimismo, una decisión explícita de incluir en la colección disciplinas hasta entonces ignoradas como el grabado y el dibujo y no son pocos los esfuerzos que encamina en esa dirección.
Vistas de sala