Álvarez, Horacio

(Villa del Rosario, Córdoba, 1912 – Córdoba, 1999)
Radicado en Córdoba desde 1922, estudió en la Academia Provincial de Bellas Artes durante tres años. Tuvo como maestros a Carlos Camilloni, Francisco Vidal y Antonio Pedone. Comenzó a exponer y participar activamente en la escena artística local entre las décadas del ’30 y el ’40. Paralelamente, en esos años, trabajó como caricaturista del diario Los Principios. Desarrolló también una importante labor docente: entre 1948 y 1958 actuó en la Escuela Provincial de Cerámica, donde llegó a ocupar el cargo de director (1956-1958). Desde 1961 hasta 1977, se desempeñó en la Escuela Provincial de Bellas Artes como profesor de Dibujo y Pintura. Entre 1963 y 1966 lo hizo como jefe de taller en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. Participó en diversos salones, principalmente en la ciudad de Córdoba, con envíos ocasionales a otras provincias. Obtuvo el Segundo Premio de Pintura en el Salón de Otoño de la Dirección Provincial de Turismo de Córdoba (1949), por su óleo La tormenta, obra que ingresó luego a la colección del Museo Caraffa. Álvarez manifestó tempranamente un interés por el paisaje urbano, género que practicó concentrándose en los ambientes marginales y sus singulares características topográficas y sociales. La atmósfera distintiva de la barranca (la calidad de la luz, el viento, el polvo suspendido), así como sus habitantes, fueron interpretados por medio de formas sintéticas y una paleta de tonos bajos, dando lugar a climas desolados e inhóspitos.Tanto en las opciones temáticas como estilísticas de estos paisajes urbanos pueden encontrarse puntos de contacto con otros artistas cordobeses de su generación como Ernesto Farina, Egidio Cerrito y José Cárrega Núñez. En su caso, sin embargo, el dibujo fue progresivamente desplazando a la pintura y llegó a convertirse en su medio privilegiado de trabajo. Utilizando variadas técnicas (acuarela, tinta, pastel, carbonilla) y con marcados rasgos expresionistas, sus imágenes se plasmaron en formatos más bien pequeños, inclusive en cuadernos o diarios personales.
Si bien la producción de Álvarez no reviste el carácter de «militancia» que asume en otros artistas asociados a los denominados realismos sociales (Berni, Castagnino, Policastro, entre otros), es claro que presenta también una serie de coincidencias con ellos: la opción por una figuración apartada del academicismo, la explotación del potencial descriptivo de los lenguajes gráficos, el abordaje de temas hasta entonces poco frecuentados o subestimados, como el de los márgenes urbanos.


Obras

Bruja a caballo
Ciega
Desnudo
Dibujo
Enana mendigando
Enana sentada
Figura y ángel
Hombre con un perro
La tormenta
La vieja


Sin título
La tormenta