Payer, Olimpia
(Córdoba, 1893 – 1989)
Artista; inició sus estudios en la Academia Provincial de Bellas Artes de Córdoba hacia 1912. Fue condiscípula allí de Francisco Vidal, Antonio Pedone, José Malanca y Héctor Valazza, entre otros. Contó como maestros a Emilio Caraffa, Emiliano Gómez Clara, Manuel Cardeñosa -a quien reconoció como una figura de peso en su formación-, y al pintor italiano Tarquinio Bignozzi -también determinante por ser responsable de una serie de innovaciones en la enseñanza académica. En 1920 había obtenido ya su título de Maestra Superior de Dibujo y su nombre comenzaba a figurar en exposiciones locales colectivas. Tres años después realizaba una exposición individual en el Salón Fasce (probablemente, su primera de esta naturaleza), con lo que conquistaba un lugar de reconocimiento bastante inusual para las artistas mujeres por entonces. El conjunto exhibido en esa ocasión (que comprendía pinturas y algunos apuntes), ponía en evidencia su inclinación hacia el paisaje: capillas serranas, parques, quintas y patios coloniales, emergían como motivos recurrentes que la joven artista resolvía con un fino sentido colorístico que llamaba la atención de la crítica.
Viajó en dos oportunidades a Europa para continuar su formación y aunque recorrió varios países, su principal destino fue Italia. Durante su primer viaje, que realizó hacia 1927, estudió en Roma en el taller de su antiguo maestro Bignozzi, instalado nuevamente en su país natal desde hacía algunos años. Aquella experiencia no pareció apartarla demasiado del rumbo que ya había adoptado su pintura: la predilección por el paisaje urbano y rural y la elaboración de atmósferas delicadas y luminosas, impregnadas de cierto recogimiento silente.
En la escena de la pintura de Córdoba puede considerársela como una de las primeras mujeres artistas del siglo XX que logra insertarse en ciertos circuitos y conseguir algún reconocimiento crítico. Su recorrido muestra una asidua concurrencia a salones que inició, a mediados de la década de 1920, con envíos regulares al Salón de Otoño de Rosario. Allí recibió, en 1930, Premio Estímulo por su obra Atardecer toscano. En Córdoba, figuró en los llamados «Salones Libres» o «Salones de Artistas Cordobeses» realizados en Fasce (ediciones de 1928 y 1929); en el Salón de Bellas Artes, con sede en el Museo Provincial (1933, 1934); en el Primer Salón de Invierno de Río Cuarto (1933); Salón de Otoño organizado por Los Principios (1933; obtuvo Medalla de Oro «Dr. Dardo Rietti» por Mañana humilde); Primer Salón de Artes Plásticas, Salón Blanco, Ministerio de Obras Públicas (1937); así como en diversas ediciones del Salón Municipal de Pintura y Escultura a lo largo de la década de 1940. Participó también en otros certámenes fuera de Córdoba, particularmente y con mayor continuidad, en el Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires (desde 1931) y en el de La Plata. Sus obras figuraron en numerosas exposiciones colectivas realizadas en Córdoba; entre ellas, algunas de corte antológico tales como «Ochenta años de arte plástico cordobés. 1860-1940» (Banco de Córdoba, 1969); «Herencia italiana en el arte de Córdoba. 60 Artistas plásticos de origen italiano» (galería Jaime Conci, 1991) y «120 Años de Pintura en Córdoba. 1871-1991» (Museo Caraffa, 1991). La galería Feldman acogió también en varias ocasiones, sus presentaciones individuales entre las décadas de 1960 y 1980, además de incluirla en exhibiciones colectivas.
Ocasionalmente en su juventud ejerció la crítica de arte; así, por ejemplo, en 1925 el diario Los Principios publicó una extensa nota con su firma reseñando una exposición de Guillermo Butler y, en 1926, otra sobre una exposición de José Malanca. Aun cuando se trate de una práctica fugaz, lo inusual de ese ejercicio para una autora mujer en esos años, permite asignarle también un lugar destacado.
[M. Fuentes, publicada en Culturas Interiores]